(De la
serie “El futuro programado”… ver el post del 12/11/12)
Continuando con el programa
que les ofrecí sigo con el tema del fundamento.
El ser humano es el fundamento
sobre el que debe basarse cualquier iniciativa intelectual o instrumental con
respecto al coaching. Fin y medio no deben confundirse, lo menciono porque es
una tentación muy frecuente dejarnos deslumbrar por las últimas técnicas revolucionarias
jamás reveladas, por el último secreto
o los 5.8 pasos del coaching perfecto.
En coaching no hay secretos,
seguro que hay mucho por aprender, descubrir y acoger de otras disciplinas,
pero en lo que respecta a su fundamento, insisto, es la persona el eje central.
Ampliando el post anterior retomo los tres puntos sobre los cuales he planteado
la reflexión sobre el misterio insondable de nuestra humanidad.
Somos una unidad sicológica,
biológica y espiritual. El hombre reúne en sí el mundo material en su cuerpo y
el mundo espiritual en su alma (cf. G S 14). No existe el dualismo que sostenga
dos principios en el hombre, uno bueno, el alma, y otro malo, el cuerpo. Ambos
son buenos y necesarios para la realización plena de la persona. “…el auténtico
desarrollo del hombre concierne de manera unitaria a la totalidad de la persona
en todas sus dimensiones” (cf. CV 11).
Este criterio nos debe
prevenir de acceder a corrientes que desprecien abierta o encubiertamente
alguna de estas dimensiones. En su afán por conocerse el ser humano se ha
seccionado y super especializado en algunos de los infinitos atributos de su
ser y en este ejercicio ha olvidado que su realización plena contempla toda su
existencia. Esté atento a los reduccionismos.
Somos seres en permanente
desarrollo. Nuestra vida es un proyecto por llevarse a cabo y tiene un sentido
único y particular. Este sentido o propósito particular marca, o debería
marcar, la pauta de nuestro despliegue. El ser ajeno a este propósito nos sume en un vacío
existencial. “El hombre se autorealiza en la misma medida en que se compromete
al cumplimiento del sentido de su vida” Viktor Frankl.
Como coach o coachee debe
prestar particular atención a su proyecto
de vida marcado por el propósito que
ya conoce o está en proceso de conocer. Esta es una de las experiencias más
hermosas por las que usted puede pasar, a saber, la búsqueda del sentido
trascendente de su propia existencia. Es en este camino de su experiencia vital
única e irrepetible donde se encontrará con la belleza de su ser auténtico,
cualquiera sea su condición actual.
Nuestra vocación a la
felicidad es otro rasgo que nos caracteriza y es parte de la definición de lo
que somos. No existe ser humano que no anhele ser feliz aunque tenga adormecida
la consciencia por innumerables factores, no pocas veces el mal y el odio surgen
de una frustrada o equívoca búsqueda de felicidad. ¿Dónde está el error?.¿Dónde
se frustra?. ¿Dónde nos equivocamos?.
No olvide nunca esta premisa.
Lo que quiere la persona que tiene al frente o lo que usted busca en la persona
que tiene al frente es básicamente una búsqueda de felicidad, aunque no lo
parezca. Es muy importante purificar nuestras intenciones para tener la
delicadeza y precisión necesarias en nuestra aproximación. Sobre la relación
entre el amor y la felicidad profundizaremos en una serie especial de ensayos.
Somos. Somos unidad que se
abre a la vida y se despliega en la búsqueda de su felicidad. Siempre, repito,
siempre en relación con otros. Y el coach, en gran parte, cumple un rol muy importante en esta búsqueda. Que gran responsabilidad!.
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