"No es tolerante quien no tolera la intolerancia".
Jaime Balmes, filósofo y sacerdote español (1810-1848)
Sobre
la tolerancia se ha escrito abundantemente (y se habla aun mas) desde hace
mucho tiempo. Aquí solo pretendo hacer algunas distinciones.
En
el contexto del coaching es preciso tener una postura al respecto porque
estamos frente a personas con un conjunto de creencias, costumbres, hábitos,
criterios, culturas y todos estos elementos se encontrarán en un punto concreto
para convertirse en las palabras que usted escuchará como coach o dirá como
coachee y viceversa. Palabras que serán la base de todo el proyecto.
La
palabra tolerancia es un verbo, es decir, indica una acción concreta sobre un
sujeto. La tolerancia, del latín tolerare (sostener, soportar), es
una noción que define el grado de aceptación frente a un elemento contrario a
una regla moral,
civil o física. Más generalmente, define la capacidad de un individuo de
aceptar una cosa con la que no está de acuerdo. Y por extensión, la actitud de
un individuo frente a lo que es diferente de sus valores.
La indiferencia es una actitud
que consiste en no tener inclinación ni rechazo por algo o alguien, en otras
palabras, a una persona con actitudes de indiferencia le da lo mismo una cosa o
la otra. No acepta activamente nada y rechaza pasivamente todo. No es un punto
medio, es una negación. Una persona así puede ser etiquetada como “tolerante”
pero como hemos visto, son dos actitudes completamente distintas.
La necedad, en el sentido de
este tema, tiene dos caras. Una es la del intolerante consumado y cito a un
grande para sostener mi punto :“La intolerancia puede definirse como la
indignación de los hombres que no tienen nada que opinar.”
G.K. Chesterton.
La
otra cara de la necedad se vé en aquel indiferente que se cree tolerante por el
simple hecho de “atracar con todo” y defiende cualquier postura que el antojo, gustito
o moda le resulte atractiva por motivos que solo el sabe o cree saber; se
convierte en un feroz beligerante en contra de cualquiera que opine distinto
que él, siempre enarbolando el estandarte de la tolerancia. En el fondo quiere
que todos atraquen todo, que sean como él. Es el intolerante defensor de la
tolerancia vacía.
Existe una postura que considera a la misma
tolerancia como un acto de superioridad inadmisible, no reconoce diferencias o
se niega a que ellas existan. Se preguntan…¿porqué tengo que someterme a tu
tolerancia?. Este extremo niega desigualdades, jerarquías y órdenes que son
naturales. Pierden de vista la riqueza de la pluralidad y sientan su base en un
profundo egoísmo.
Muy
bien… y ¡¿qué pasó con el coaching?¡. Este
punto es central cuando usted define o redefine los principios y valores
rectores de su proyecto de vida o de cualquier otro proyecto relativo a su
despliegue como persona. Pregúntese que cosas tolera y qué cosas no, a qué es
indiferente, cómo entiende la desigualdad. Este es un ejercicio fundamental en la práctica del coaching.
Entenderse lo ayudará a entender.
Yo
creo que tolerar es un acto de amor, de aceptación de la persona, no necesariamente de lo que hace esa persona. De esto depende mucho la relación coach-coachee.
Si no le queda claro, no se
preocupe, en la práctica se dará cuenta.